jueves, 28 de julio de 2016

Lou Andreas Salomé: DE MUJER-CITAS EXCEPCIONALES

“UNA HISTÉRICA EXCEPCIONAL, NO ES UNA MUJER PARTICULAR”



DE MUJER-CITAS EXCEPCIONALES
                                                                                            LOU ANDREAS SALOMÉ



“La vida humana –que digo, la vida en general,                                 
es poesía. Sin darnos cuenta la vivimos,
día a día, trazo a trazo. Pero en su inviolable
totalidad, es ella la que nos vive, la que nos
inventa. Lejos, muy lejos de la vieja frase
“Hacer de la vida una obra de arte”, no somos
nuestra obra de arte”.
Lou Andreas Salomé
“El deseo es el deseo del Otro”
Jacques Lacan

Al abordar a Lou Andreas Salomé, me atravesó una expectativa:
¿Develaría esta interesante mujer algo acerca del misterio de la feminidad?
Los ingredientes estaban en juego para formular la consabida pregunta histérica. En su prolifera vida erótico-social circularon personajes de la talla de Gillot –su primer amor-, Paul Ree, Nietzsche, Andrea, Rilke, Freud, Adler, Tausk, Wagner, etc.
Enfaticemos el etc., como una precisa puntuación alusiva a la metonimia del deseo y su insatisfacción.
Dos caminos se abrieron para transitar:
Tomar el discurso sobre ella de alguno de estos hombres, lo que nos situaría del lado de la pregunta histérica, en el sentido de pretender caracterizar qué es ser mujer a partir del deseo masculino, o por otro lado, escuchar el discurso de Lou a través de sus escritos, para poder pensar si en algo, no todo, contribuyen a dar cuenta del deseo y del goce femenino.
Ambos caminos me decepcionaron, y no porque crea que exista un significante de la feminidad, sino porque desde la histeria sin análisis hay una dificultad estructural para acceder a algún saber de este género.
Habría que ver qué sucede en la experiencia mística, por ejemplo de Santa Teresa.
¿Será a partir del amor al Dios Padre, y no de la declaración de su muerte, como lo manifiesta Lou, que se posibilitará un acceso a un goce suplementario?
¿Será a partir de la alienación al significante del Otro que se podrá acceder a la separación, es decir, al punto de falta de significante en el Otro?
Pareciera que la posición de Lou es la de un cuestionamiento de entrada al Otro (Dios), fusión de sus padres, al decir de la misma, pero para volver a erigirlo metonímicamente en otro lugar, deslizándose en un camino sin fin de un Otro completo a un Otro barrado.
Por ahora dejemos este punto abierto al debate. Tomaremos a dos hombres relevantes en su vida y en la historia del pensamiento.

I ) FREUD Y LOU
Inventemos un triángulo en el cual nosotros somos uno de los vértices, el otro es Freud y “La Otra Mujer” es Lou Andreas Salomé.
¿Qué le manifiesta Freud en sus cartas?
Tras enterarse que Lou asistía simultáneamente a las reuniones de los miércoles y al grupo de Adler, Freud le manifiesta el conflicto con dicha asociación, planteándole su imposibilidad de prohibirle que desarrolle dicha inquietud, pero solicitándole discreción en ambos espacios.
Carta del 10 de noviembre de 1912, de Freud a Lou                                                                                                                                                                  
...”Ayer la eché de menos al faltar usted en clase y me alegra saber que su visita al campo de la protesta masculina no es la causa de su ausencia. Tengo la mala costumbre de dirigir mi exposición a alguna persona concreta entre mis oyentes, y no dejé ayer de fijarme, como fascinado, en el asiento vacío que habían reservado para usted.”
Carta del 2 de marzo de 1913, de Freud a Lou
...”el que no estuviese conmigo el sábado (curso). Se me había sustraído mi centro de atención y hablé con inseguridad. Por suerte se trata de la última lección... Usted nos mima a nosotros que estamos siempre tentados de quejarnos de la gente, con una comprensión que va más allá de lo expresado; sacando siempre acertadas conclusiones, de tal modo que nos asalta la tentación de no aceptar tantos mimos por no vernos después privados de ellos.”
“Pero sería comprensible el que uno se dejara arrastrar por el disfrute del presente olvidando las necesarias consecuencias que se harán sentir en el futuro”.

¿A partir de estas cartas, podría afirmarse que Lou Andreas Salomé ocupó el lugar de objeto causa del deseo para Freud?
¿O una lectura más sutil nos llevaría a que el mismo no se dejó engañar por esta gata narcisista, advertido de las consecuencias de una ciega fascinación?
Al respecto, cuenta Lou en un aparte que titula “La gata narcisista”, que en una de sus visitas a Freud, éste le describió su relación con una gata que irrumpió en su consultorio y con la que se encariñó, hasta que un día murió. A continuación relata los motivos por los que ella se dedica plenamente al Psicoanálisis.
Freud le manifiesta riendo:
“Creo que para usted el análisis es una especie de regalo de navidad”.


II) NIETZSCHE Y LOU
Ahora en el mismo sentido del triángulo anterior, sustituyamos a Freud por Nietzsche.
En la película “Más allá del bien y del mal” de Liliana Cavanis, ésta pone en boca de Nietzsche la siguiente frase:
“Lou es mi personaje, mi Superhombre”.
Queda como enigma si esto lo dijo Nietzsche o es un fantasma de la directora.
De todas formas, si desde la pregunta histérica queríamos saber sobre la feminidad, nos encontramos con otro fiasco: “EL SUPERHOMBRE”.
Escuchemos que dice Nietzsche al respecto en “Así hablaba Zaratustra”:
“Yo os muestro al Superhombre. El hombre es algo que debe ser superado. Hasta hoy todos los seres han creado algo por encima de ellos y ¿Queréis ser vosotros el reflujo de esta ola enorme, prefiriendo retornar a la animalidad, antes que superar al hombre? ¿Qué es el mono para el hombre? Un motivo de risa o una vergüenza dolorosa... El más sabio de entre vosotros no es más que una cosa disparatada, un híbrido, producto de una planta y un fantasma... ¡Helo aquí! ¡Yo os muestro al Superhombre! El Superhombre es el sentido de la tierra. Que vuestra voluntad diga: “Sea el Superhombre el sentido de la tierra”. Yo os exhorto, hermanos míos, a que permanezcais fieles a la tierra y a que no deis crédito a los que os hablen de esperanzas ultraterrenas.
¿Se trata en Nietzsche, desde su genial locura, del encuentro con LA MUJER en Lou Andreas Salomé, bajo la forma del Superhombre como el sentido de la madre tierra?
Pareciera en su discurso que se demostrara el axioma de Lacan:
“La mujer es uno de los nombres del padre”.
III) LOU: ¿LA MUJER?- “FRAGMENTOS DISCURSIVOS SOBRE EL GOCE”
Dice en su libro “Aprendiendo con Freud”:
...”En lugar del dolor y de la necesidad que pueden arrastrar al neurótico a la curación, el hombre sano conserva su temor al sufrimiento, y ello constituye su “triste placer”, y a pesar de que la vida no es algo “vivo” más que allí donde no existe placer, sino procreación, es decir donde tiene lugar una síntesis del dolor y felicidad, de desesperación y de éxtasis”. “La pulsión de autoafirmación yoica no puede sino negar el dolor; sin embargo, cuando esto ya no resulta suficiente, puede aparecer la pulsión de darse (sexo) y convertir el dolor en voluptuosidad, incluyendo de algún modo la muerte en la voluntad. Por ello, cualquier sensación excesiva tiene sus efectos sobre la sexualidad, incluso cuando se trata de lo más terrible y desagradable”.

IV) LOU: “FRAGMENTOS DISCURSIVOS SOBRE LA FEMINIDAD Y EL AMOR”.

Al referirse al acto sexual, dice lo siguiente respecto de la mujer:
...”Ella como receptora tiene mayor necesidad de contacto –no sólo local- que el hombre. Para ella se trata mucho más de una recepción (que de una entrega)... Esto está relacionado con el hecho que para ella, el acto sexual constituye una unidad indivisible de su ser corporal y espiritual. Por ello lo vive más allá de sí misma...”
“Quizás sea sólo ella quien sepa plenamente lo que significa el contacto, tanto el reposar juntos, como el simple hecho de dormir en un mismo lecho. Existe también una gran diferencia entre aquellos amantes que sólo saben excitarse mutuamente y aquellos otros que alcanzan juntos la paz”.
Respecto de la relación hombre-mujer escribirá:
“...puede llegarse a la representación de una progresiva degradación de la vida, por causa de la cultura producto de los débiles. En tal caso se trataría de los hombres”.
¿No nos recuerda esto al discurso de Zaratustra sobre el Superhombre y su visión del hombre?
Prosigue Lou:
“Ellos serían el sexo débil, considerado desde la perspectiva no cultural y narcisista de la mujer, que quizás no alcance las más elevadas intuiciones del espíritu, pero que en contrapartida (¿penis neid?), y por esa misma razón basa su esencia en una intuición de orden vital y espiritual a la vez”.
“La mujer como mascota, en realidad regresa de algún modo a lo narcisista, al igual que el neurótico, y no permanece de modo indiferenciado como el animal; una regresión sin neurosis. En el fondo el deseo de convertirse en la esposa de un neurótico no sería sino un deseo de curación. Y siempre una aspiración a la felicidad. Pues allí tan sólo, la sexualidad no supone una renuncia a los límites del yo, no constituye un dilema; por el contrario, se mantiene como patria de la personalidad en la que puede incluir todas las sublimaciones del espíritu sin abandonarse a sí misma. Da como lo hace una mujer que ama. El fruto de la entrega permanece en su regazo”.

V) LOU: “UN HISTORIAL PARADIGMÁTICO DE HISTERIA”

Recordando el epígrafe “No somos nuestra obra de arte”, utilizaremos para este último ítem algunos datos relevantes de su historia.
Respecto del deseo de sus padres, plantea en el libro “Mirada retrospectiva”, que tiene cinco hermanos mayores. Su madre deseaba el sexto hijo varón y su padre esperaba apasionadamente una niñita.
Consecuencias: con relación al hombre sólo le quedarán tres lugares posibles:
a) El de varón, invirtiendo los lugares como con Paul Ree. Cuenta Lou que en un círculo de científicos jóvenes a Paul Ree lo llamaban “La dama de honor” y a ella “Excelencia”, ya que como hija única heredaba el título paterno, según una costumbre rusa.
b) El de ver y tratar a los hombres como hermanos con los que se jugaría su agresividad. En un recuerdo infantil relata que uno de sus hermanos le reprochaba su modo demasiado abierto de luchar contra las prohibiciones. Dice textualmente: ” Una vez me irritó tanto con esos reproches, que le arrojé a la cara una taza de leche caliente, pero la leche en lugar de tocarle a él, se me derramó hirviendo por el cuello y la espalda”.
c) La niñita de papá. En una carta que Lou escribió a su preceptor, la firmó al concluir: Su niña. Más tarde cuenta que con Andrea, su marido, conocieron a un hombre que les gustó a ambos: Georg Ledebour. Dice que éste le confesó su amor, acompañado de estas palabras sorprendentes, como para disculparse: “Usted no es una mujer, es una niña”.
Ante un recuerdo infantil de escena primaria, su impresión fue la de la pérdida de sus padres, ante lo cual lanzó un grito espantoso por el sentimiento de haberse quedado huérfana de padre y madre.
Probablemente, además de razones de estructura, esta escena marca para ella una posición en relación con el Otro, como estando “entre”, repitiendo edípicamente relaciones triangulares.
Entre Nietzsche y Paul Ree; Andrea y Rilke; Freud y Tausk; y hasta en la teoría, entre Freud y Adler; Andrea y Ledebour. Hasta en el último momento de su vida se encuentra acompañada por dos hombres: Pfeiffer –editor de “Mirada retrospectiva”- y Josef König, sus amigos de la vejez.
Por último y en relación con su madre, evoquemos lo que planteó Freud respecto de la mujer histérica:
“Elige un hombre parecido al padre, pero repite con él su relación con su madre”.
Articulemos en esa dirección dos recuerdos:
• Uno, de su primerísima infancia, expresa al respecto:
“Era la época en que se me permitía acompañar a mi madre a bañarse en el mar... Una vez le grité en tono de súplica: ¡Ay, querida Muschka, por qué no te ahogas! Cariñosa y riendo me contestó: Pero, niña, entonces me moriría. A lo cual yo le grité a voz en cuello la típica palabra rusa “Nitschewo” (No importa)”.
• El otro recuerdo ya casada con Andrea:
“Una tarde mi marido se había tendido a mi lado sobre el diván en que yo yacía profundamente dormida... No me desperté de inmediato. Lo que me despertó parece haber sido un tono, un sonido débil, pero de tonalidad tan vehemente y extraña que caló en mí como si llegara del infinito, de otro astro”.
Prosigue:
“Iba acompañado de la sensación de no tener más brazos conmigo, sino en alguna otra parte lejos de mí. Y entonces se me abrieron los ojos: mis brazos rodeaban firmes un cuello, mis manos rodeaban con firme presión un cuello y lo estaban estrangulando. El sonido era un estertor”.
Más tarde, su marido intentaría suicidarse con una navaja que clavó en su pecho.
Concluyamos con las últimas reflexiones de Lou Andreas Salomé sobre su vida, en los instantes antes de morir, a la hora del balance final.
¿Acaso no nos evoca el otro rostro que subyace detrás de la mascarada histérica?
“En realidad he trabajado durante toda mi vida, trabajado duramente y sólo trabajado. ¿Por qué en realidad, para qué en realidad?”.
Y ante sus últimos amigos, aquellos que la acompañaron en la vejez, en una suerte de triángulo póstumo, expresó:
“Cuando dejo correr mis pensamientos, no encuentro gente, sólo vosotros estáis aquí”.
“Lo mejor es la muerte”.


1 comentario:

  1. Me han han impresionado las palabras de Lou al final de su vida sobre por qué y para qué ha dedicado toda su vida a trabajar y ello me indica que fracasó en ella porque ésa es justamente la pregunta que me hice en mi juventud y traes estar toda la vida buscando una respuesta personal, al encontrarla, además de paz he sentido que ha valido la pena mi vida de búsqueda y sufrimiento por él. Pero, aunque no lo consiguió, el solo hecho de trabajar buscando la verdad, también tendrá gran valor para su próxima reencarnacion

    ResponderEliminar