Un retorno al grupo de estudio:
una modalidad de transmisión, formación y apertura a la originalidad en
psicoanálisis.
Por Julián Ferreyra
La idea o dispositivo de grupo de estudio implica un trabajo diferente a lo universitario. No se trata de la transmisión propia de una clase, de un seminario o curso. Que sea un grupo permite que el mismo pueda tener vida propia, yendo y deambulando desde determinados problemas, sin la fijeza de un programa pero a su vez sirviéndonos de la teoría y sus autores. La invitación es a poder producir un saber clínico grupal original, del cual cada participante pueda servirse para su quehacer cotidiano.
Entre otras cosas,
un grupo de estudio permite que advenga lo contingente, la discusión, la
problematización y por qué no también la polémica, elementos que muchas veces
se encuentran elididos en los dispositivos clásicos de transmisión, en donde
priman el interés por la acreditación, el principio de autoridad y la
producción del saber como mera cosa, sin acercarse a algo parecido a una
verdad.
La única condición que planteamos es
tener ganas de pararse desde una pregunta clínica singular que haya comenzado a
surgir a raíz de alguna experiencia recorrida, en curso o próxima (ya sea en la
práctica analítica propiamente dicha o en otras modalidades de intervención
tales como acompañamientos terapéuticos, integraciones escolares, entre otras).
Observamos la proliferación y la oferta
de dispositivos tales como seminarios, carreras de especialización, cursos
y diversos posgrados, los cuales son espacios muchas veces interesantes, a
veces necesarios; pero resulta dificultoso para el estudiante o practicante del
psicoanálisis dar con espacios que se relacionen con el saber de un modo no
universitario, aludiendo con esto último al planteo discursivo de Lacan, o
incluso a la propuesta freudiana de sostener al oficio del psicoanálisis como
un imposible. Así, sucede que se ubica a quien busca aprender, conocer,
saber o formarse como “alumno”, degradado por su “inexperiencia” y rubricado negativamente
como el que “no sabe” (posición casual y paradójicamente indispensable para el
ejercicio de nuestro oficio); y a quien transmite como equiparado al sujeto al
que se le supone un saber, como Otro portante de todas las respuestas. Esta
asignación de lugares tiende las más de las veces a que la discusión se achate,
que se repitan consignas o hasta frases hechas, que se redoble la endogamia y
la cerrazón disciplinar y, lo que es peor, que no se produzca originalidad alguna. Es
decir, dispositivos que se valen de la impotencia como posición subjetiva para
sostenerse.
En una época donde las lógicas
mercantiles y la tendencia a la súper especialización priman -incluso al
interior del campo psicoanalítico- retornar a esta modalidad de grupo de
estudio nos resulta una apuesta clásicamente original en tiempos (pos)modernos.
Que sea un grupo, aunque sea redundante, es una apuesta a retornar algo del
orden de lo grupal, de lo común.. Que el analista trabaje solo no significa que
no pueda darse espacios de soledad-común para pensar, problematizar y
formalizar su intervención, ejercicio necesario en la clínica psicoanalítica.
Así, “Hacer-Clínica” como un espacio para la formalización del acto cotidiano de
quien se nombra como clínico.
Planteamos justamente
un retorno a la modalidad de grupo de estudio por el hecho de no estar
inventando nada nuevo: en nuestro país y en nuestro campo, los grupos surgieron
como una respuesta diversa y a veces contra hegemónica a los centros
tradicionales de formación. El agrupamiento resultaba necesario para hacerse de
un saber y de una práctica más allá de la moral y las resistencias
institucionales al carácter subversivo que nuestro discurso detenta. Elemento
siempre en reserva, que implica necesariamente una decisión de hacerlo advenir;
dicho de otro modo, el psicoanálisis resulta contra hegemónico, avanza en sus
discusiones y subvierte al sujeto no-sin cierto esfuerzo.
Así, el horizonte general es acercar
modos de relacionarse con el saber -de los autores, de los textos canónicos,
como también de autores, textos y colegas próximos y contemporáneos- que
permitan la construcción de preguntas singulares, posibilitando la creación de
cierto estilo.
El MultiEspacio Hacer-Clínica se
encuentra en el barrio de Villa Crespo, CABA. Además de los mencionados grupos
de estudio se desarrollan otras actividades y dispositivos de transmisión
(espacios de lectura, discusión clínica y seminarios específicos); como así
también asistencia clínica, supervisiones y encuentros de discusión desde el
psicoanálisis con otras disciplinas, saberes y artes. Esto último nos resulta
sumamente interesante en tanto la posibilidad de quebrar un poco la cerrazón y
endogamia arriba aludidas en nuestro campo.
Para conocer sobre nuestras
actividades y propuestas, se puede consultar la página Facebook: (www.facebook.com/hacerclinica.psicoanalisis) o enviar un mail a hacerclinica.psicoanalisis@gmail.com
Coordinadores: Lic. Julián Ferreyra y Lic. Sofía Rutenberg
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